Yankee go home? No problem! Washington los ha escuchado y eso es exactamente lo que van a hacer

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*José Miguel “Mike” Pizarro

Miami, EE.UU.- En tan solo 10 meses más el pueblo norteamericano elegirá al nuevo presidente de los Estados Unidos. En términos prácticos, da casi exactamente lo mismo quien sea elegido, porque la nueva política exterior norteamericana, esa que hoy demanda a gritos toda la población en las calles, es una que estará marcada por una sola palabra… AISLAMIENTO.

El cambio obedece a un cansancio extremo del electorado estadounidense al ver –una vez más- las intenciones de las Fuerzas Armadas norteamericanas por enviar a sus hijos de 18 y 21 años a defender naciones multibillonarias en Europa, Medio Oriente, Asia y África (esas con economías privilegiadas que generan trillones de dólares al año) a perder sus vidas en lejanos conflictos que están activándose de forma simultánea perjudicando a todos los mercados menos… a la economía norteamericana, la que no posee dependencia comercial alguna en las rutas de tráfico marítimo más allá de las aguas territoriales americanas.

¡Oh! ¿No lo sabía?

El 90% de las materias primas necesarias para el funcionamiento de toda la capacidad industrial norteamericana provienen de su propio territorio y el otro 10% lo importa desde México y Canadá. Así es, Estados Unidos es completamente autosuficiente. ¿Quieres un BMW X7? No hay problema, Carolina de Sur ya ha fabricado más de 6.4 millones de carros alemanes de lujo para el mercado estadounidense y sus plantas se siguen expandiendo en ese estado sureño. ¿Vinos, frutas, verduras, oro, materias primas, gas natural, petróleo? Todo sale de esta misma tierra. ¿Semiconductores, fertilizantes, buques de carga, aviones pesados, naves espaciales, satélites, portaaviones y los sistemas de armas más avanzados del planeta? También se fabrican 100% en territorio norteamericano. ¿En medio de una guerra planetaria alguien en Chicago tiene el antojo por café colombiano, bananas guatemaltecas o aguacates mexicanos? No se preocupe. Todas esas maravillas llegan por barco en menos de 48 horas a los puertos norteamericanos del Caribe y por tierra desde México en menos de 24 horas.

No existe ninguna nación en el planeta que pueda detener, afectar o amenazar el comercio terrestre o marítimo en la zona de influencia de la marina de guerra de los Estados Unidos en Centro América y el Caribe. Nadie. Con tan solo 300 buques de guerra, 11 superportaaviones, destructores, fragatas, cruceros de ataque, submarinos nucleares y buques de asalto anfibio la Marina de Guerra de los Estados Unidos ya no puede controlar todas las rutas de tráfico marítimo en los siete mares del planeta, eso es cierto, pero sin duda alguna está en perfectas condiciones para defender cada milímetro de su mar territorial en el Atlántico, Pacifico y el Caribe. Para ello tiene fuerzas de sobra.

El electorado norteamericano del 2024 está cada vez mejor informado de lo que realmente está pasando más allá de sus fronteras y tiene la creciente percepción y preocupación que –a menos que exista un cambio radical en Noviembre- una vez más será solo Estados Unidos quien enviará tropas, buques, tanques y millones de soldados a morir por países ricos e inundados de dinero al extremo.

Muchos de los “aliados” de Washington son naciones privilegiadas, economías inmensamente ricas, pero que por pereza y codicia les mintieron a sus socios norteamericanos y “olvidaron” –por décadas- comprar sistemas de defensa que les garantizaran su independencia militar o algún grado de autonomía en términos de seguridad estratégica. ¿El pecado que ya nadie perdona en los Estados Unidos? Los aliados… nuestros aliados, no cumplieron su “promesa” de construir una defensa compartida y en cambio prefirieron ignorar las amenazas de su entorno regional y pasarle esa “cuenta de cobro” a Washington.

Para sacar ventaja, muchos aliados redestinaron torcidamente los recursos originalmente asignados al Ministerio de Defensa para en cambio asignarlos al financiamiento de campañas de expansión comercial (ejemplo; subsidios para la industria alemana, baja de tarifas para los exportadores franceses, eliminación de impuestos a sus fábricas locales, mejor seguridad social, etc.) y así competir económicamente –en mucho mejores condiciones- contra los Estados Unidos en los mercados internacionales. La ingenuidad norteamericana permitió que la OTAN, las naciones del Asia Pacifico y los reinos del Golfo Pérsico (incluyendo a Israel) florecieran económicamente y se acostumbraran a recibir de forma gratuita la protección de la Marina de Guerra Norteamericana. Estos aliados se rehusaron –por más de 77 años- a gastar dinero para reclutar (en calidad y en cantidad) soldados de su propio pueblo descuidando al extremo su obligación de entrenarse y prepararse para una guerra contra Rusia, China o Irán… o contra todos ellos como la lógica, la historia y el sentido común claramente lo insinuaban.

Así pasaron los años y China, Rusia e Irán se armaron hasta los dientes, siempre apostando a que la debilidad militar de los aliados de Estados Unidos seria su talón de Aquiles… y no se equivocaron.

Al 30 de enero del 2024 más de 50 naciones en tres continentes le están llorando a los gritos a Estados Unidos para que por favor envíe sus portaviones, sus submarinos nucleares y a sus Marines para que vayan a defenderlos de las invasiones Rusas, que los protejan de los inminentes ataques Chinos y de la expansión militar y el terror Iraní que ya opera en varios continentes y tienen de rodillas las rutas marítimas internacionales.

Israel ahora nos sorprende al decir que no puede combatir solo contra las guerrillas de Hamas, Hezbollah, el Líbano, Irán y los misiles de Yemen, esos que están impactando buques de carga, petroleros, portacontenedores y tanqueros con gas. Pero que tranquilos, que la solución está a la vista. Que si Washington envía tres superportaaviones con 400 cazabombarderos por dos años el tema se soluciona de forma instantánea. Eso sí, no se les ocurra pedirle al gobierno israelí que financie los costos de mantener esas fuerzas navales proporcionando servicios de protección, custodia, seguridad marítima, aérea y terrestre por un valor de $1 billón de dólares al mes… y por varios años. ¡No señor! ¡Que ese dinero lo pague el obrero “yanki”, el modesto agricultor en Arizona, el esforzado mecánico en Texas, el humilde chofer de bus en la Florida! Eso es lo que piden al otro lado del mar. Todos demandan la presencia militar norteamericana siempre y cuando sea gratuita y financiada completamente por el pueblo norteamericano.

Las naciones ricas del golfo pérsico no poseen marinas de guerra y le reclaman a Estados Unidos que envíe otros cuatro portaviones a protegerlos de los ataques de Irán. Paralelamente, a 10,000 kilómetros de distancia Taiwán, Filipinas, Japón y Australia se suman a la lista de naciones rogando por recibir el apoyo militar de la flota de guerra norteamericana cuando simultáneamente toda Europa exige, o más bien demanda que los Estados Unidos envíe el resto de su flota naval -y medio millón de soldados- a defenderlos del avance ruso sobre Ucrania, Polonia, Estonia y Finlandia.

Pero el votante norteamericano ha empezado a informarse y ha decidido no seguir subvencionando las guerras de otros, no enviará más a los hijos de Carolina del Norte, California y Virginia a morir en las afueras de París, ni protegerá con sus escasos ahorros a las naciones más ricas del planeta por que Arabia Saudita y Kuwait olvidaron reclutar soldados profesionales hace 20 años atrás y aun dependen de las fuerzas aéreas, navales y terrestres de los Estados Unidos.

Para el pueblo norteamericano, sus trabajadores, los esforzados padres de familia en Colorado, para los cientos de millones de ciudadanos que pagan mensualmente sus impuestos… la idea de regalar todo ese dinero a Francia, Italia y Alemania es una bofetada en el rostro y no volverá a ser aprobada. ¿Nuestros aliados necesitan de nuestro soporte? Pues en ese evento tenemos inmediatamente disponibles y a la venta todos los sistemas de armas que sus naciones necesitan para defenderse y que ustedes debieron comprar hace décadas. Los aliados de los Estados Unidos pueden ingresar sus órdenes de compra y la industria militar norteamericana les entregara –una vez más– el mejor servicio, la mejor tecnología y probablemente los mejores precios. Pero no esperen a que también les enviemos a nuestras hijas, a nuestros padres y hermanos a morir en las afueras de Berlín bajo el poder de la artillería Rusa en una nueva guerra europea que deben solucionar las naciones europeas en su propio territorio. No señor. No más soldados norteamericanos en París, en Checoslovaquia, en Finlandia o en Hungría. Ni uno solo.

Lo que quizás funcionó bien durante siete décadas no quiere decir que ahora se ajuste a la realidad del siglo 21. Muy por el contrario, hoy debemos evitar a toda costa tener un pensamiento lineal, una visión simplista, rígida e inamovible que nos invite a deducir que “nada debe cambiar”. Insisto. Ya es hora de que nuestras tropas regresen a casa. Estados Unidos no está en guerra con el planeta tierra y debemos alejarnos rápidamente de aquellos “líderes” (nacionales y extranjeros) que hoy buscan excusas siniestras para justificar ir por tercera vez a la guerra en Europa, rechazar los argumentos de quienes nos “motivan” a enviar millones de chicos norteamericanos a morir en Asia y a quienes nos desean convencer de que enviar otros varios millones de soldados al Medio Oriente es nuestro tributo por la “paz mundial”.  Nada de eso es cierto. Asia, Europa y el Medio Oriente son continentes inmensamente ricos, poseen miles de millones de seres humanos y el sugerir que ninguno de ellos logrará salir adelante sin la presencia de tropas de combate norteamericanas… es una falacia perversa y arrogante.

En los Estados Unidos el cambio que comienza a verse con fuerza y claridad en el 2024 será el de un proceso de “aislamiento” racional, progresivo, balanceado y muy diplomático, sin duda, pero aislamiento, al fin y al cabo. ¿Estados Unidos cerrará todas sus bases alrededor del mundo el próximo 1 de noviembre? No, para nada, pero se va a retirar de por lo menos la mitad de sus zonas de operaciones en Europa, Medio Oriente, y de gran parte del sudeste asiático.

Estados Unidos ya tomó la decisión de dejar de construir una gran flota naval y de hecho ya la redujo en más de un 300%. El nuevo presidente de los Estados Unidos le hará saber al mundo que ya leímos la pancarta que decía…  “Yankee Go Home!!!” Solo tengan la amabilidad de darnos unos meses y regresaremos con la mayoría de nuestras fuerzas navales, terrestres y aéreas a la tranquilidad de las fértiles tierras al interior de ese gran espacio geográfico entre San Francisco y Nueva York a enfocarlos en robustecer nuestra alianza comercial con nuestros vecinos estratégicos en México y Canadá.

Los Yankis van de regreso a casa. 

*José Miguel “Mike” Pizarro

Ex oficial del Ejército de Chile, graduado de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE), Analista de Defensa de CNN en Español, ex U.S. Marine y veterano de 4 años de la guerra en Irak. Pizarro es un ex oficial de artillería de montaña, comandante de tanques pesados M1A1 Abrams y ex asesor militar norteamericano en Colombia.

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