Adquisiciones militares en América Latina. ¿Sera el 2024 el primer año sin compras?

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  • “Europa no está agotada con la guerra en Ucrania, ni permitiremos que Rusia la gane. Porque después de Ucrania, países miembros de la UE o la OTAN pueden ser los próximos objetivos rusos. El compromiso occidental con Kiev podría ir hasta el envío de tropas…. Nada debe excluirse para evitar la victoria rusa”: Emmanuel Macron, Presidente de Francia. 27 de febrero 2024
  • “Si algún país de la Unión Europea envía soldados a Ucrania, la Federación Rusa responderá con armas que alcanzarán también sus territorios. La OTAN continúa amenazándonos con un conflicto con armas nucleares y la destrucción de la civilización. ¿De verdad no lo entienden?”: Vladimir Putin, Presidente de Rusia. 29 febrero 2024.

*Mike Pizarro

Miami, EE.UU.- Cuando Rusia invadió Ucrania en febrero del 2022, el Presidente francés Emmanuel Macron tomó la iniciativa y proclamó rápidamente que, para garantizar su seguridad, Europa necesitaba una “économie de guerre” (una economía de guerra). Ese fue un comentario muy sensato para reorganizar la defensa de Europa, pero sin quererlo le asestó también un golpe casi mortal a la seguridad de América Latina. Vamos directo al punto de este artículo. Es la conclusión de quien escribe que –a mediados del presente año 2024– América Latina tomará conocimiento formal de una nueva realidad que se resume en la siguiente expresión “Europa no volverá a fabricar sistemas de armas –aéreos, navales o terrestres– con el exclusivo propósito de venderlas en el mercado Latinoamericano.” Permítanme ser aún más específico. A partir de hoy, los países latinoamericanos no tendrán acceso a ningún sistema de armas de carácter relevante, a nada nuevo ni tampoco a nada usado si ese armamento es todavía posible de ser modernizado y utilizado para la defensa de Europa. El 2023 fue el último año que América Latina pudo comprar armas a fabricantes de la Unión Europea”.

Empecemos entonces a armar el rompecabezas que justifica esta aseveración

En febrero del 2022 cuando los regimientos de tanques rusos estaban a metros de la capital de Ucrania y la Unión Europea preparaba la ceremonia de rendición de Zelenski, los franceses, conocidos por ser políticos agudos y realistas, entendieron lo que nadie más fue capaz de detectar en ese momento. París, pensaron ellos, si juega bien sus cartas, puede cumplir con su sueño de siglos y convertirse en el nuevo líder político, económico y militar de la OTAN en reemplazo de Washington. ¿Por qué? Estados Unidos –incapaz de ganar simultáneamente una guerra contra Rusia, China, Irán y otras 20 naciones adversarias regadas por todo el planeta tierra- ha comenzado un veloz proceso de “aislamiento” y retirada estratégica de los conflictos globales. La idea de continuar gastando un trillón de dólares al año para seguir financiando con los impuestos del pueblo norteamericano el costo total o parcial de la defensa militar de naciones multimillonarias al otro lado del planeta –muchas de ellas sin conexión aparente con los intereses militares de Estados Unidos- hoy son motivo de malestar profundo para más del 80% de los votantes norteamericanos. Las razones de este creciente disgusto son múltiples y serán explicadas en detalle en otro artículo.

En términos prácticos, los Estados Unidos ya se ha retirado por completo de África, está sacando sus últimas fuerzas del Medio Oriente donde su presencia y el tamaño de sus destacamentos es completamente simbólico, ya anunció su retiro parcial y escalonado de Europa y le dará las malas noticias a Taiwán el próximo año. El creciente aislamiento de Estados Unidos (traducido en alejamiento físico y desconexión militar) de luchas locales, conflictos regionales o guerras continentales, esas que se pelean más allá de las fronteras de América del Norte, entre pueblos y culturas que ni siquiera hablan en inglés, la verdad es que no cuentan hoy en día con el apoyo del pueblo norteamericano. Es más, cualquier político que pretenda ser elegido con un discurso de “dame a tus hijos, entrégame los obreros de Texas y a los chicos jóvenes de Virginia, La Florida y Colorado y yo los llevaré a una muerte gloriosa en las afueras de Moscú…” pues no tiene posibilidad alguna de ser elegido en ningún estado de la Unión. Nadie está vociferando más fuerte hoy en día “¡Yankee go home!” que los mismos votantes norteamericanos.

Para efectos de este comentario nos vamos a enfocar exclusivamente en las consecuencias directas e inmediatas para América Latina del alejamiento norteamericano de los campos de batalla más allá de sus fronteras, del nuevo enfoque de la industria de defensa Europea, de la probable desaparición de ventas de armas israelíes en nuestra región, incluyendo la instantánea evaporación de todo el menú de sistemas bélicos rusos y chinos… y a partir de hoy -y por los próximos 10 años- de la creciente ausencia de gran parte de la oferta norteamericana.

Al 1ro de abril del 2024 Europa ha señalado que entiende -con total claridad- que una guerra directa, a gran escala, con movilización total de todas sus fuerzas incluyendo la detonación de misiles nucleares… es ahora un escenario real e indesmentible para el cual todos los miembros de la OTAN han empezado a prepararse. La guerra con Rusia – al menos en una escala de nivel convencional- es prácticamente inevitable y la bravura con que la OTAN ha llegado a esta dolorosa conclusión es admirable. Pero no todo está perdido. Si las 31 naciones de la alianza Europea son capaces de unirse y –por primera vez desde su creación– se ordenan y se compaginan para fabricar armamento aéreo, naval y terrestre de forma coordinada y uniforme -cosa que jamás han hecho a escala- entonces el ataque ruso puede ser retrasado por varios años. Por muchos años.

¿Por cuánto tiempo persistirá la amenaza rusa?

Ese cálculo de tiempo es crítico. Para determinar con precisión el “cuando” Rusia iniciará su ataque a la OTAN, primero debemos identificar con total precisión al líder y los cuatro recursos que necesita para atacar: dinero (ingresos garantizados), tropas (millones de hombres jóvenes), armamento (acceso directo a tecnología, materias primas y base industrial) y tiempo.

El líder

Mientras la guerra en Ucrania entra hoy en su tercer año, el pueblo ruso también completa 25 años ininterrumpidos bajo las botas de Putin. Europa ha sido testigo de la quinta reelección consecutiva de Putin como líder supremo de la Federación Rusa. Una vez “coronado” y terminado el “desagradable” proceso electoral que lo mantuvo atado de pies y manos el 2023, Putin consagrará este 2024 toda su agenda legislativa para impulsar reformas extremas que transformarán a Rusia en una fábrica de armamento, municiones y tropas en la escala necesarias para la supervivencia y expansión de la Federación Rusa.

No importa el costo. Esta guerra contra la OTAN no es opcional, no está sujeta a diálogos de último minuto ni menos aún a la firma de pactos temporales, acuerdos aislados, regalos de migajas, ofertas de metros cuadrados o maletas con dinero europeo. Desde la perspectiva de un dictador, ese que lleva un cuarto de siglo en la misma silla en el Kremlin, su formato de toma de decisiones es distinto. Putin no es un político occidental, de esos que están restringidos por la constitución y las leyes del mundo libre y democrático, ni actúa como esos que gobiernan con estilo de “influencer” obsesionados con “caer bien” para sacar “puntos” en las encuestas del fin de semana. Putin observa con desprecio a esos líderes occidentales que se conforman con ser Presidentes por cuatro años y que aspiran a algún día ser reelegidos por cuatro más. Ninguna de estas barreras existe en su mundo en donde él está absoluta y sinceramente convencido que está destinado a mantenerse en el poder como líder supremo de la Federación Rusa hasta completar al menos 50 años ininterrumpidos de gobierno.

Conviene recordar que estamos hablando de un hombre con el poder de modificar la constitución Rusa a pulso, de un político que enmendó el número de mandatos presidenciales a su gusto, y que eludió los límites constitucionales para ahora permanecer legalmente en el cargo hasta el 2036. Con los hechos así expuestos, usted tendría que ser muy ingenuo para creer que Putin no tiene un plan y una agenda de trabajo en donde se señala -con toda claridad y detalle- exactamente lo que va a hacer durante los próximos 12 años que le quedan como líder supremo. Desde su esquina, esta es una guerra por la supervivencia del legado y de la obra que lleva su nombre y el de todos sus aliados políticos, militares e industriales en Moscú. Esto es personal. Esto es algo muy íntimo, muy ruso.

Esto es guerra…

Dinero, tropas, armamento y tiempo

En febrero del 2024 la Unión Europea y Estados Unidos han impuesto un nuevo conjunto de sanciones a gran escala contra Rusia (el decimotercero para ser exactos) convirtiéndolo en el país más sancionado en la historia moderna. ¿Las sanciones económicas han golpeado duramente la economía Rusa? Sin duda, pero no han logrado paralizarla por completo. En términos prácticos la OTAN continúa regalando valioso tiempo al Kremlin para organizar su próximo ataque. Esto es especialmente grave cuando consideramos que para fabricar armas a gran escala –a diferencia de Europa– Rusia no depende de proveedores extranjeros para construir aviones, misiles, artillería, tanques, drones y helicópteros. Todas sus materias primas y componentes críticos… están en casa. La OTAN en cambio es totalmente dependiente de múltiples proveedores ubicados en otros continentes quienes deben ser contratados con mucha anticipación para coordinar la carga, el transporte seguro a través de miles de millas náuticas hasta alcanzar puertos europeos. La fragilidad de la cadena de suministros para proveer a la industria militar europea de aluminio, titanio, cobre, cobalto, acero militar, componentes optrónicos, fibra de carbono, etc., es alarmante y sumamente fácil de romper, alterar y destruir si tienes una flota de 58 submarinos rusos de ataque.

Bajo el formato y la lógica de una economía de guerra, si el objetivo de Moscú es solo concentrar esfuerzos para convertir a Rusia en una fábrica de armamentos sin importar el costo para el pueblo ruso, entonces a Putin le sobra dinero, ya tiene las tropas y cuenta con la tecnología para construir un ejército de 5 millones de soldados bien equipados, y debidamente apoyados… pero esta vez con 13 mil tanques nuevos o repotenciados, 2 mil cazabombarderos, 50 mil piezas de artillería, recuperar otros 100 mil vehículos tácticos, fabricar 50 millones de proyectiles de artillería, 300 mil drones de ataque, 10 millones de armas de infantería, reparar sus lanzadores de misiles nucleares, modernizar sus radares y misiles antiaéreos y dejar en su mejor nivel de alistamiento a toda su flota de 58 submarinos de ataque. (Recuerden mis palabras, los submarinos rusos van a dar mucho de qué hablar.) Para cumplir esta meta Rusia necesita exactamente dos años y medio… o junio del 2026. El problema es que de aquí a dos o tres años las defensas europeas podrían llegar a ser formidables y las fuerzas rusas insignificantes en comparación. Para ganar Rusia debe moverme más rápido, debe crecer sus ejércitos más rápido, debe fabricar muchísimas más armas, entrenar más y mejores soldados para atacar antes que la OTAN despierte. Tiempo, lo único que Rusia no tiene… es tiempo.

La nueva política de defensa Europea (es que de verdad es nueva)

“La invasión de Rusia ha sido una llamada de atención para Europa”, dijo en enero 2024 la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. “Tenemos que repensar nuestra estrategia militar y crear nuestra propia base industrial de defensa”. Hace dos años atrás haber escuchado a una ex Ministra alemana de defensa decir estas palabras habría sido sencillamente un acto inconcebible, alarmante, un evento radical, algo impensable… pero dos años atrás. Hoy en día, es la nueva política oficial de defensa de la Unión Europea, de la OTAN y de sus aliados. El nuevo plan defensivo es repotenciar su industria de defensa y equipar a 5 millones de soldados que hoy… aún no existen. Quizás como estas declaraciones las han escrito en inglés y todavía no las traducen al castellano, los generales y los Ministros de Defensa sudamericanos ignoran las condiciones y consecuencias de la nueva relación transatlántica y como la postura de “Europa se abastece primero”, “Europa ha sido amenazada” y “Europa se está armando para una guerra con Rusia” afectará a toda América Latina… hasta la médula. Aun así, créanme cuando les digo que esta gente aquí en América del Sur… todavía no se entera.

Por ejemplo, en estos precisos instantes existe un fuerte movimiento político en marcha – liderado por Francia – que pretende transformar el pequeño y desorganizado complejo militar-industrial europeo en un fuerte elemento disuasivo por derecho propio. Este esfuerzo – el que insisto, en este momento es solo una discusión política y no una actividad industrial en marcha — se está desarrollando tanto en las capitales nacionales como en la Unión Europea. Se espera que los funcionarios en Bruselas revelen pronto una estrategia para la industria de defensa de la OTAN que pondrá a prueba la capacidad del bloque para desencadenar, dar rienda suelta y al mismo tiempo domar un mercado que pasó de oscuro y deprimente… a un tema omnipresente en dos cortos años. Cualquiera sea el resultado no existe otra versión de esta “película” en la cual Europa no tome la decisión de comenzar la masiva fabricación de armamento para defenderse sola y por sí misma de la amenaza Rusa. No hay otra opción.

La actual industria de defensa Europea (la deprimente, esa que necesita inversión masiva)

Si sumamos y aglutinamos en una balanza a todas las industrias de defensa Europeas, estas no alcanzan a ser ni siquiera una fracción del complejo industrial de los Estados Unidos. Por ejemplo, todas las fábricas europeas de aviones de combate juntas (Airbus, Dassault, BAE, Leonardo y SAAB) no logran producir más de 65 cazabombarderos al año. Y esas son las buenas noticias. Las malas es que nadie, absolutamente nadie, fabrica más de 24 aviones iguales al año, el 30% de los materiales críticos no proviene de Europa (Aluminio, Titanio, Cobalto, Litio) y cortar su suministro es extremadamente sencillo pues la capacidad de producción esta extremadamente dispersa por toda Europa, los aviones no son compatibles entre sí, son fabricados en seis idiomas en siete países distintos por ingenieros que no hablan el mismo lenguaje y con modelos de aeronaves que fueron diseñadas solamente para cumplir las necesidades únicas, específicas y exclusivas del terreno, geografía, clima y amenaza que enfrenta cada país en su entorno local.

Dicho en cristiano, los cazas europeos no fueron diseñados para invadir Rusia, conquistar su espacio aéreo, derrotar a toda su Fuerza Aérea y bombardear Moscú. Al contrario, sus pequeños cazas de corto alcance están pensados para resistir a los agresores Rusos por unos días hasta la llegada de los 10 superportaaviones norteamericanos con 900 cazabombarderos pesados a bordo, quienes si están equipados con aeronaves específicamente diseñadas para operar por todo el planeta tierra llevando enormes cargas de misiles, bombas y combustible para evaporar -en horas- Ejércitos y Fuerzas Aéreas enemigas al otro lado del hemisferio occidental. (F-35 Lightning II, F-22 Raptor, F-16 VIPER y el F-18 Super Hornet o 3,100 cazabombarderos de última generación y 1,200 en reserva, todos bajo un solo mando unificado, algo que los hace aún más letales.)

Por ejemplo, la capacidad de fabricación industrial de los Estados Unidos le permite entregar a sus Fuerzas más de 150 interceptores y cazas de última generación cada 12 meses, mientras que Alemania entrega 11, Francia 24 y El Reino Unido 17 en el mismo periodo de tiempo. La verdad estos son datos que aterran. En particular, las diferencias entre el número de tanques pesados de batalla de Estados Unidos y los países europeos es sencillamente alarmante. Mientras el Ejército norteamericano tiene más de 5 mil 100 tanques pesados (M1A1 / M1A2 con cañón de 120mm) el Reino Unido tiene solo 157, Francia 223 y Alemania 148. Son precisamente estos números los que envalentonan y motivan a Moscú a pasar por encima de cualquier declaración agresiva de la OTAN.

En las filas del Ejército Ruso no existe ningún grado de temor o preocupación por las formaciones blindadas de Francia, Alemania o Inglaterra. Saben muy bien que en la práctica estas Fuerzas están muy dispersas, son de tamaño insignificante en el nivel estratégico y no generan disuasión alguna cuando son comparados con los verdaderos océanos de carros blindados rusos que pueden ser lanzados en masa sobre las planicies europeas. Una cantidad masiva y extrema de tanques baratos son en sí misma una característica de calidad y fortaleza militar en batalla. La fortaleza de los números. Si a esos números le sumamos también una firme voluntad de lucha, motivación por seguir atacando sin importar las consecuencias, una amplia experiencia en batalla y un rechazo fanático a la posibilidad de rendirse… creo que sería un error pensar que derrotar a los Ejércitos rusos será una tarea sencilla. Por ello es fundamental que la alianza europea fabrique y despliegue en sus fronteras un volumen tan alto de sistemas de armas que haga imposible, descabellado e insensato un enfrentamiento bélico. Lamentablemente Europa está muy lejos de alcanzar esa meta en el corto plazo.

Me explico. Europa dejó de fabricar tanques pesados -a gran escala- hace ya más de tres décadas, y ningún oficial de la OTAN jamás ha estado en combate contra modernos regimientos acorazados en casi un siglo. Los jóvenes soldados europeos nunca han vivido por años bajo la lluvia de millones de proyectiles de artillería pesada, ni han experimentado esas tormentas de metal y fuego (barreras de cohetes) que evaporan a miles de hombres en sus trincheras, arrasan puertos y aplanan ciudades completas. Esa experiencia profesional en batalla en el nivel batallón, regimiento, brigada o división sencillamente no existe entre los oficiales y jóvenes soldados de la OTAN. Me temo que ese “universo del horror y muerte” a gran escala –ese que nuestros adversarios llevan viviendo día a día por largos, largos periodos de tiempo- nosotros no lo conocemos y ni siquiera lo estamos considerando en nuestra planificación.

Así las cosas y desde una posición más reflexiva y trayendo estos hechos al presente, la verdad es que los comandantes rusos, veteranos con casi dos décadas de batallas de armas combinadas, múltiples invasiones en Crimea, invasión blindada y victoria en Osetia del Sur, invasión blindada y victoria en la región del Donbás y más de dos años de brutales y feroces batallas masivas en Ucrania –sin tregua ni descanso– nos debiera llevar a pensar que sería insensato creer que en el corazón de esos oficiales y combatientes rusos exista algún miedo reverencial o algún grado de intranquilidad hacia los soldados franceses, alemanes o italianos que se les crucen por el camino. Me preocupa que al interior de la alianza quizás no se está considerando la trascendencia, el rendimiento y las repercusiones del factor humano en batalla y en cambio, solo están sumando el número de fusiles y vehículos blindados en su cálculo para alcanzar la victoria. Cuando comience la guerra en Europa occidental, tengo la amarga certeza de que esta va a durar muchísimos años.

La conclusión Europea

La OTAN necesita -en el más humilde y básico de los escenarios- de 2 mil nuevos tanques, 500 cazabombarderos y decenas de miles de piezas de artillería, cohetes, misiles, vehículos todo terreno y al menos 400 billones de euros anuales para echar a andar su industria de defensa (esta misma noche) y llegar en dos a tres años más a tener una fuerza aérea, naval y terrestre lo suficientemente robusta para detener o retrasar un ataque de la Federación Rusa. En el intertanto, los gobiernos Europeos, quienes carecen de suficientes fábricas de armamento -deben apresurarse y evaluar con qué rapidez pueden comprar armas (fusiles, misiles, artillería, municiones, tanques, etc.) en los Estados Unidos hasta que la OTAN logre poner en marcha todas sus fábricas. Este escenario de “carencia” y emergencia ocurre por la falta de capacidad de producción en una industria militar europea centrada históricamente en la promesa de tecnología avanzada y costosa… en lugar de opciones inteligentes de producción masiva y bajo precio. El costo de esa política de producción “limitada” al estilo “boutique”, de costos altísimos y siempre operando con un diseño industrial completamente defensivo… pues esta ahora a la vista.

En este momento, la capacidad de producir más armas y mucho más rápido se ha convertido en el criterio singular para enfrentar la emergencia. En Alemania, por ejemplo, los políticos han comenzado finalmente a debatir formas de adelantar grandes sumas de dinero a los fabricantes de armas (alemanes y norteamericanos) para la producción de equipos críticos, junto con garantías contractuales de compras a largo plazo. Simultáneamente, las empresas europeas están construyendo nuevas instalaciones de producción e introduciendo nuevos turnos de trabajo para alcanzar las cuotas de armamento y munición que Ucrania y las fuerzas nacionales necesitan.

Entonces… ¿qué pasa si ahora llega a Francia una orden de compra por 24 aviones cazabombarderos desde Colombia? Probablemente quedará archivada hasta el 2030. La defensa de Europa tiene ahora prioridad.  

La conclusión norteamericana

El actual y el próximo gobierno de los Estados Unidos no enviará tropas a luchar directamente contra soldados Rusos en Europa. (ni tampoco invadirán China y menos aún lucharán en Palestina.) Para solucionar en parte los problemas de la OTAN, los EE.UU. se encargará de proporcionar el máximo de armas a Europa, pero sin descuidar sus necesidades estratégicas internas en caso de algún descalabro puntual y muy específico -en Asia o América del Sur- que si afecte directamente los intereses económicos del pueblo norteamericano, un pueblo que ve desde muy lejos un nuevo conflicto Europeo que honestamente no logra comprender y que pareciera querer arrastrar -por tercera vez- a los Estados Unidos a una tercera guerra mundial.

La mayoría de la gente no lo sabe, y esto es importante, pero el 90% de las materias primas necesarias para el funcionamiento de toda la capacidad industrial norteamericana provienen de su propio territorio y el otro 10% lo importa desde México y Canadá a través del NAFTA. Así es, Estados Unidos es completamente autosuficiente y no necesita ni una sola gota de petróleo ni gas extranjero. En sólo ocho años, Estados Unidos pasó de apenas vender algo de sus excedentes de gas en el extranjero a convertirse hoy en día en el proveedor número uno del mundo. Un cambio notable que ha beneficiado a las compañías de gas y petróleo fortaleciendo la influencia estadounidense en el exterior.

Su total independencia se extiende –desde el año pasado– a una completa autonomía industrial, agrícola, ganadera y de materias primas. En términos demográficos, y con el ingreso constante de más de 3 millones de jóvenes inmigrantes ilegales (y sus familias) más otros 1.1 millones de inmigrantes legales cada 12 meses, EE.UU. posee una entrada de población muy joven de más de 4.1 millones de trabajadoras que –casi con la precisión y regularidad de un reloj– ingresan anualmente casi de inmediato a la fuerza laboral, tienen hijos, pagan impuestos, compran productos y se asimilan velozmente a la sociedad norteamericana. Desde la perspectiva o análisis metodológico que se desee usar, no existe versión en esta historia en la cual los Estados Unidos posea el más mínimo incentivo para ir a una guerra nuclear. Cero.

A partir de ahora la producción industrial y militar norteamericana estará enfocada en producir todos los sistemas de armas necesarios para la protección de Europa, Australia, Asia y alguno que otro aliado en el Medio Oriente. Considerando que todos los “clientes” y socios estratégicos nombrados anteriormente son multimillonarios -y en necesidad de billones de dólares en aviones, buques de guerra, artillería, municiones y armas de infantería a escala industrial- no existe un escenario realista en el cual naciones latinoamericanas también puedan comprar estos mismos sistemas de armas durante los próximos 10 años. Las necesidades defensivas de Alemania, Inglaterra o Australia son probablemente más urgentes y estratégicamente más relevantes que una orden de compra del ejército de Chile por 148 vehículos 8×8. De nuevo… cero posibilidades.

La conclusión latinoamericana

Los gobiernos latinoamericanos y específicamente los Generales y Almirantes nunca comprendieron el conflicto Europeo y menos aún lograron entender –ni remotamente– sus consecuencias para la seguridad regional. Esa orfandad de conocimientos profesionales los hizo ignorar la urgencia y la premura que la gravedad de los hechos claramente indicaba. Al no entender lo que ocurría, no se apresuraron a evaluar con qué rapidez podían comprar las armas que faltaban y dejaron a sus naciones en la más total y extrema de las indefensiones… por una década.

Permítanme amargarles la semana

Por ejemplo, la Fuerza Aérea brasilera solo ha recibido 7 de los 40 cazas pendientes por entregar en una orden de compra con Saab en Suecia por $5 billones de dólares. ¿Por qué la angustia? Es que Suecia, una nación que dejo atrás 200 años de neutralidad histórica uniéndose a la OTAN a la velocidad del rayo hace tan solo unas semanas, está ahora convencida que la guerra con Rusia es probablemente inevitable.

Consecuentemente, la posibilidad en la cual Suecia entregue esos 33 cazabombarderos Gripen a Brasil -en menos de 6 años- son remotas. Muy remotas. El Perú necesita con extrema urgencia de fragatas, tanques, submarinos, helicópteros pesados y aviones de combate. Colombia perdió toda su Fuerza Aérea el mes pasado al expulsar al único proveedor disponible del país, la Argentina seguirá sin Fuerza Aérea hasta mucho después que Macri se haya ido de la Casa Rosada y el resto de la región no tiene ni la más remota posibilidad de adquirir vehículos de combate 6×6, 8×8, tanques, artillería pesada, misiles antiaéreos, destructores, fragatas o corvetas, radares o cualquier tipo de armamento occidental sofisticado durante lo que queda de esta década (a menos, claro está, que se consideren opciones novedosas como España y Turquía, alternativas arriesgadas como la India o francamente erróneas como la China comunista.)

Al final del día, y con una tradición de cientos de años de decisiones erráticas, disparatadas y graves desaciertos en materias de seguridad y defensa, en América Latina… todo puede suceder. Así las cosas, todo parece indicar que este 2024 será el primero de muchos, muchos años sin compras relevantes de armamento. Marquen con destacador amarillo mis palabras.

*Jose Miguel “Mike” Pizarro es un ex oficial del Ejército de Chile, graduado de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE). Analista de Defensa de CNN en Español, ex U.S. Marine y veterano de 4 años de la guerra en Irak. Ex oficial de artillería de montaña, comandante de tanques pesados M1A1 Abrams y ex asesor militar norteamericano en Colombia.

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