*Andrea Guidugli
La Spezia, Italia.- La historia de los países de la región es relativamente breve en comparación con las naciones europeas, con menos de tres siglos de independencia. Desde entonces, salvo por los conflictos directamente relacionados con los procesos de emancipación, no han tenido lugar enfrentamientos de gran escala. La participación de algunos países en eventos globales como la Segunda Guerra Mundial, en el caso de Brasil, o los conflictos militares como la Guerra de las Malvinas y la guerra entre Perú y Ecuador, marcan algunos de los momentos de mayor tensión bélica. Sin embargo, los problemas limítrofes persistentes, como la salida al mar de Bolivia, la región de Arica entre Perú y Chile, los Hielos Continentales entre Argentina y Chile, la Guerra del Chaco, librada entre Bolivia y Paraguay, las tensiones en la frontera entre Colombia y Venezuela, especialmente en la zona de La Guajira, evidencian las vulnerabilidades estructurales y territoriales que aún persisten en la región, siendo un foco de disputa y preocupación, en un contexto donde las soberanías fronterizas aún no están plenamente definidas y siguen abiertas a posibles confrontaciones.
En relación con las capacidades de las Fuerzas Armadas, estas no responden únicamente a amenazas externas, en muchos casos, su estructura, equipamiento y recursos dependen en gran medida de condicionantes internos, como la situación política, las disponibilidades económicas y las alianzas internacionales. La desigualdad en medios, formaciones y estrategias es evidente, reflejando más una distribución de recursos orientada a las necesidades internas que una postura de defensa preparada frente a amenazas reales.
En este contexto, la inversión en blindados, vehículos mecanizados y otros sistemas de armamento se presenta muchas veces como una medida de carácter simbólico-político o una forma de proyectar potencia, más que como una respuesta operativa concreta a una amenaza inminente. Sin un enemigo común claramente identificado, como en otros escenarios internacionales donde prevalecen alianzas militares sólidas, la adquisición de estos recursos suele responder a estrategias a corto plazo, más que a una planificación de defensa efectiva. La realidad actual evidencia que estas inversiones, en su mayoría, obedecen a la disponibilidad de recursos y a intereses políticos, sin que exista una visión integral de seguridad regional verdadera y coordinada, que permita afrontar los desafíos sin depender exclusivamente de la fortificación militar.
Desafíos en la modernización militar de América Latina
América Latina enfrenta desafíos significativos en la modernización y adquisición de vehículos blindados y/o mecanizados, esenciales para garantizar la seguridad y defensa nacional. La mayoría de los países de la región operan con flotas que pueden calificarse de obsoletas y carecen de una industria de defensa robusta, lo que limita su capacidad para desarrollar y mantener estos sistemas críticos. Además, las restricciones presupuestarias y las prioridades políticas dificultan las inversiones necesarias en este sector.
La seguridad y disuasión militar en el siglo XXI dependen en gran medida del desarrollo y despliegue de vehículos blindados modernos, versátiles y adaptados a escenarios de guerra contemporánea. Sin embargo, América Latina presenta una alarmante disparidad en comparación con las grandes potencias. Aunque la región es extensa y geopolíticamente compleja, carece de una base industrial sólida para diseñar y fabricar blindados modernos. En su mayoría, los países latinoamericanos dependen de importaciones fragmentadas, donaciones o adquisiciones de oportunidad de materiales de segunda mano.
Esta debilidad estructural limita la capacidad operativa de los ejércitos de la región, evidenciando la falta de una estrategia tecnológica conjunta, capacidades industriales y cooperación efectiva. Además, se suma la dificultad para insertarse en proyectos de co-producción internacional, como los que se llevan a cabo en Europa, orientados a estandarizar y modernizar los sistemas terrestres.
Desafíos estructurales y tecnológicos en la modernización
El escenario geopolítico internacional actual, particularmente en la segunda mitad de la década de 2020, ha reactivado el interés global por los vehículos blindados de combate: tanques, plataformas 8×8, 6×6 y vehículos 4×4 especializados. Mientras Europa impulsa programas supranacionales de producción conjunta y países como Corea del Sur, Turquía, Israel o China expanden sus exportaciones, América Latina enfrenta una encrucijada. La región necesita renovar urgentemente sus capacidades blindadas, pero lo hace con restricciones económicas, tecnológicas y estructurales que condicionan severamente su margen de maniobra.
La mayoría de los países latinoamericanos carecen no solo de plataformas modernas adaptadas a las exigencias de una guerra convencional contemporánea, sino también de la infraestructura industrial y tecnológica necesaria para desarrollar vehículos propios. Esta situación convierte a los ejércitos nacionales en consumidores pasivos de tecnología extranjera, muchas veces obsoleta, reacondicionada o condicionada por intereses geopolíticos ajenos.
Panorama regional y retos operativos
América Latina cuenta con una flota altamente heterogénea de vehículos blindados. Desde tanques principales de batalla (MBT) como el Leopard 2A4 o el TAM argentino, hasta transportes blindados 8×8 y 6×6 como el Guaraní brasileño o el BTR-80 venezolano, pasando por una vasta gama de vehículos ligeros 4×4 en versiones tácticas o MRAP. Sin embargo, en la mayoría de los casos se trata de equipos con más de 30 años de antigüedad, adquiridos de segunda mano, muchas veces sin soporte logístico adecuado o sin posibilidad real de modernización.
Además, la región ha mostrado históricamente una tendencia a la dispersión de plataformas —con multiplicidad de proveedores y modelos incompatibles entre sí— que entorpece tanto el mantenimiento como la interoperabilidad regional. Frente a los nuevos escenarios bélicos —como los observados en Ucrania o el Cáucaso—, la mayoría de los vehículos en dotación en América Latina serían extremadamente vulnerables. La falta de sistemas activos de protección, blindajes compuestos, electrónica moderna, sistemas de gestión de combate y comunicación en red deja a estas plataformas fuera del estándar mínimo requerido para un conflicto convencional del siglo XXI.
Análisis comparativo regional
Una revisión panorámica de los inventarios y políticas de los países evaluados revela una marcada desigualdad en cuanto a capacidades, niveles de modernización y autonomía industrial. Brasil destaca por volumen, diversidad y capacidad industrial, mientras que Chile y Argentina exhiben un equilibrio razonable entre número y calidad de medios. México, Colombia, Perú y Venezuela poseen arsenales envejecidos, y en algunos casos obsoletos, con escasas adquisiciones recientes. Uruguay muestra una planificación austera pero enfocada en la versatilidad.
En términos de doctrina operativa, la mayoría de los ejércitos latinoamericanos han priorizado históricamente el combate contra amenazas internas, lo que ha reducido el enfoque en vehículos de combate de alta intensidad. Esta realidad ha condicionado las adquisiciones hacia plataformas de movilidad ligera y polivalente, más aptas para misiones de seguridad pública y operaciones de paz que para una guerra convencional.
Tendencias de modernización
Se observa una tendencia creciente a sustituir vehículos obsoletos por unidades más modernas, especialmente del tipo 8×8 y 6×6, que ofrecen una buena relación entre protección, movilidad y capacidad de transporte. Países como Brasil y Argentina buscan desarrollar capacidades locales con programas como el Guaraní o el VCBR, mientras que Chile y Colombia prefieren alianzas con países europeos para importar unidades ya desarrolladas.
El uso de sistemas de defensa activa, blindajes modulares, electrónica avanzada, sensores y comunicaciones cifradas todavía está lejos de ser común en la región. Salvo excepciones como los vehículos chilenos o los Guaraní brasileños, el grueso de los blindados carece de estas capacidades, lo que los hace vulnerables ante arsenales modernos dotados de misiles antitanque de última generación.
Impacto económico e industrial
El esfuerzo por adquirir nuevos blindados implica una presión significativa sobre los presupuestos de defensa, que en muchos países no superan el 1% del PIB. Esto obliga a una priorización rigurosa y a negociaciones estratégicas con proveedores extranjeros. La fabricación nacional, aunque deseada, tropieza con limitaciones tecnológicas, dependencia de insumos extranjeros y falta de experiencia en diseño.
Brasil es el único país que ha logrado establecer una cadena de producción parcialmente autónoma, gracias a asociaciones como la de Iveco Defence Vehicles para el Guaraní 6×6. Argentina también intenta revivir su industria con proyectos como el TAM 2C y VCBR, pero con dificultades presupuestarias. En el resto de la región, los programas de desarrollo local suelen limitarse a ensamblaje o modernización básica, sin una base tecnológica robusta.
Limitaciones estructurales y tecnológicas
El desarrollo de un vehículo blindado moderno requiere competencias multidisciplinarias avanzadas: diseño balístico, ingeniería mecánica, sistemas de armas integrados, software, electrónica embarcada, sensores, transmisión de datos y logística digital. Estos sectores están dominados por pocos países industrializados, y su know-how raramente se transfiere sin condicionamientos.
Los países latinoamericanos enfrentan aquí su primera gran barrera: la carencia de ecosistemas tecnológicos industriales capaces de diseñar, probar y certificar sus propios vehículos. Incluso Brasil —el país con mayor capacidad— depende de licencias extranjeras, como en el caso del Guaraní 6×6, basado en tecnología italiana (Iveco).
Esto limita las posibilidades de independencia estratégica, ya que incluso los programas de “fabricación local” suelen reducirse a ensamblaje, integración o adaptación de sistemas preexistentes. En contextos de tensión geopolítica o sanciones, esta dependencia puede traducirse en vulnerabilidad.
Nuevas estrategias bélicas: el rol de la tecnología frente a la guerra tradicional
En el contexto actual, donde los conflictos bélicos modernos, como los que se observan en Ucrania y en varias zonas del Medio Oriente, están evolucionando hacia un tipo de guerra más asimétrica y tecnológica, la relevancia y el uso de vehículos blindados tradicionales en América Latina enfrentan grandes desafíos. Los drones, tanto de reconocimiento como armados, han demostrado ser una opción más económica y efectiva para la vigilancia, ataque y control del terreno, permitiendo operaciones con menos tropas sobre el terreno y, por ende, reduciendo las bajas humanas.
Este nuevo paradigma bélico basado en tecnología no tripulada está modificando profundamente la doctrina militar global. En regiones como América Latina, donde los recursos para la defensa son limitados y los conflictos suelen ser menos convencionales, la inversión en sistemas caros y pesados como vehículos blindados puede parecer menos estratégica frente a la creciente importancia de la guerra electrónica, ciberataques y vehículos aéreos no tripulados (UAVs).
Sin embargo, los vehículos blindados todavía tienen un papel importante en operaciones de control territorial, protección de fuerzas y respuesta ante amenazas convencionales o insurgentes. El desafío está en adaptar las fuerzas militares latinoamericanas a un escenario donde la guerra futura será híbrida, combinando elementos tradicionales con tecnología avanzada, para maximizar la eficiencia y minimizar riesgos humanos y económicos.
A continuación, se ofrece una panorámica país por país, examinando los modelos en servicio, los programas de modernización, las intenciones de desarrollo local y las perspectivas para el próximo decenio.
México: una industria estancada y un parque obsoleto
El parque de vehículos blindados del Ejército Mexicano se basa, en gran medida, en modelos obsoletos o de capacidades limitadas, inadecuados para enfrentar los desafíos actuales. El principal vehículo 8×8 en servicio es el DN-XI, una variante local del Panhard VCR francés. También se utilizan unidades brasileñas de los años 70 y 80, como el EE-9 Cascavel y el EE-11 Urutu, junto con vehículos estadounidenses M113 destinados al transporte de tropas, igualmente antiguos. A esto se suman numerosos vehículos de la serie DN, derivados de modelos básicos como el Humvee.
Aunque ha habido algunos intentos por revitalizar la industria nacional mediante el desarrollo del DN-XI y la fabricación bajo licencia de ciertos vehículos ligeros, no existe una estrategia industrial clara ni programas de modernización de gran escala. México depende casi por completo de proveedores extranjeros y no ha invertido de manera significativa en su industria de defensa, lo que limita seriamente las capacidades operativas de sus fuerzas armadas.
El país carece de un plan estratégico para sustituir sus unidades más antiguas por vehículos que respondan a amenazas actuales, como la protección frente a minas, el combate urbano o la necesidad de despliegue rápido. Además, México no participa en consorcios internacionales ni desarrolla tecnologías críticas en el sector de defensa terrestre. Se han considerado adquisiciones en Turquía o China, pero hasta ahora no se han materializado avances concretos.
El enfoque mexicano continúa siendo reactivo, más centrado en operaciones de seguridad interna que en disuasión externa o interoperabilidad regional. La ausencia de carros de combate, la insuficiencia de transportes blindados adecuados para escenarios de guerra convencional y la falta de visión estratégica a largo plazo colocan a México en una posición de debilidad frente a las nuevas exigencias del campo de batalla contemporáneo.
Colombia: avances incompletos y una apuesta estratégica local con el Titán
Colombia ha progresado en la modernización de su flota de vehículos blindados combinando adquisiciones internacionales con esfuerzos significativos de desarrollo local. Entre las incorporaciones más destacadas están los M1117 Guardian (Pegaso), adquiridos a través del programa EDA de Estados Unidos, con 200 unidades recibidas hasta 2024. Asimismo, desde 2023 se han integrado los Hunter TR-12-23, vehículos MRAP 4×4 resistentes a minas, diseñados y fabricados en Colombia por Armor International.
Sin embargo, el desarrollo más relevante es el del Titán Acorazado 4×4, una iniciativa 100% colombiana destinada al transporte blindado de tropas. El modelo Titán C, en particular, fue concebido por la empresa IDS (Integrated Defense Solutions S.A.S.), tras ganar un proceso de licitación pública en el que participaron 11 firmas. Basado en un chasis civil modificado Chevrolet FVR Largo, su fabricación comenzó en 2021 con los primeros cinco vehículos, y su producción continúa. Este proyecto representa uno de los avances más concretos en soberanía tecnológica en defensa terrestre dentro del país.
Colombia también cuenta con unidades como los M113 y algunos LAV III canadienses, pero no dispone de carros de combate principales (MBT). A pesar de que se ha considerado la adquisición de plataformas más modernas, como el Centauro II italiano o vehículos israelíes, las restricciones presupuestarias han frenado su incorporación.
Durante la primera década de los años 2000, Colombia mostró un marcado interés por el Centauro. Se especulaba que el Ejército Nacional ya había tomado la decisión de adquirirlo, pero la exportación fue bloqueada por el gobierno izquierdista italiano, debido a la reticencia de involucrar armamento en el conflicto interno colombiano con las FARC.
A finales de 2010, Colombia emitió una solicitud internacional de información (RFI) para un tanque principal de batalla. Aunque el interés del país se centraba en vehículos de cadenas, el consorcio italiano CIO (Iveco-Oto Melara) respondió con una versión actualizada del Centauro, armada con un cañón de 120 mm. En julio de ese año se organizó una campaña de pruebas en La Guajira, utilizando un Centauro prestado por el Ejército Italiano. Finalmente, Colombia no concretó la compra del Centauro ni de otro vehículo antitanque o tanque principal de batalla, y continúa operando sistemas obsoletos como los EE-9 Cascavel con cañones de 90 mm.
En 2013, el Ministerio de Defensa de Colombia firmó un contrato por 65,3 millones de dólares con General Dynamics Land Systems-Canada para la adquisición de 24 vehículos blindados LAV III. Estos vehículos fueron entregados antes de mayo de 2014 y están equipados con torretas remotamente operadas Samson RCWS, fabricadas por Rafael Advanced Defense Systems.
Posteriormente, en 2023, se anunció un nuevo contrato gubernamental entre Canadá y Colombia por un valor de 418 millones de dólares canadienses para el suministro de 55 vehículos adicionales LAV III. Con esta adquisición, el número total de LAV III canadienses en servicio en Colombia asciende a 101 unidades. Estos nuevos vehículos estarán equipados con estaciones de armas remotamente operadas Samson Dual RWS, armadas con cañones de 30 mm.
La flota colombiana sigue siendo heterogénea, lo que complica la logística, el mantenimiento y la estandarización de sistemas. Además, la doctrina de empleo se ha centrado históricamente en la movilidad sobre terreno irregular y la lucha contrainsurgente, más que en la potencia de fuego y la interoperabilidad con fuerzas convencionales modernas.
Aunque existen capacidades locales relevantes, como las de INDUMIL/CODALTEC y el Centro de Mantenimiento de Vehículos Blindados del Ejército, la falta de inversión sostenida en I+D y la escasa participación en consorcios internacionales limitan la proyección de Colombia como proveedor regional o actor tecnológico de peso en el ámbito de los blindados. El enfoque nacional sigue siendo más reactivo que estratégico.
Perú: modernización terrestre entre intereses cruzados y falta de estrategia industrial
El Ejército del Perú mantiene una flota blindada obsoleta y heterogénea, compuesta por tanques T-55 de origen soviético, vehículos BMP-1, blindados chinos Norinco, antiguos AMX-13 y M113, además de algunos vehículos 4×4 más recientes. Esta diversidad de plataformas, resultado de adquisiciones fragmentadas a lo largo del tiempo, complica seriamente la logística, la interoperabilidad y la capacitación del personal.
En primer lugar, si bien el Perú ha podido en algún momento realizar adquisiciones fragmentadas, desde los años 50 del siglo pasado el Perú ha realizado dos adquisiciones planificadas. La primera es durante el gobierno del general Odría y posteriormente el presidente Manuel Prado. Allí se adquirieron para el Ejército 51 tanques Sherman M4A3, 25 tanques Stuart y artillería (1956) y 70 tanques AMX-13 (1965).
Con el gobierno militar del general Velasco, el Perú hizo la mayor compra militar de su historia. La principal fuente fue la Unión Soviética. Se adquirieron 350 tanques T-55, vehículos de transporte de tropas, vehículos lanzadores de puentes, vehículos de comando, misiles antitanques, misiles superficie-aire, radares; en Alemania se adquirieron vehículos Unimog para transporte de tropas. La Fuerza Aérea Peruana (FAP) se dotó de 36 Sukhoi Su‑22, 34 bombarderos Canberra, 24 aviones Mirage‑2000, cuatro C‑130 de transporte. Para la Marina se compraron dos cruceros de la clase De Ruyter, ocho destructores neerlandeses y seis fragatas Lupo (dos armadas en SIMA), más seis corbetas francesas y seis submarinos 209, además de dos submarinos estadounidenses clase Guppy: el único material militar de EE. UU. en ese lote.
Es recién a partir del primer gobierno de Alan García que se deja de comprar de forma masiva, “como una forma de castigar a los militares por el golpe de 1968”, y se pasa a adquisiciones ocasionales y no planificadas. El Ejército es el que más rezagado está en lo que respecta a la industrialización. Solo cuenta con FAME, dedicada exclusivamente a la fabricación de munición ligera.
En diciembre de 2009, durante el desfile militar por el 188º aniversario de la independencia del Perú, se presentaron cinco tanques chinos MBT-2000, generando gran atención mediática y política. El Presidente Alan García, presente en el evento, defendió públicamente la posible compra, argumentando que estos vehículos reemplazarían a los antiguos T-55 soviéticos y que China ofrecía condiciones financieras favorables, gracias a la relación con el Presidente Hu Jintao.
Sin embargo, la operación enfrentó serios obstáculos. El motor y la transmisión de los MBT-2000 eran de origen ucraniano, y Ucrania no había autorizado su reexportación desde China. Además, sectores del Ejército peruano expresaron fuertes reservas sobre la idoneidad técnica del tanque chino, mostrando preferencia por modelos como el T-72 ruso.
En 2011, el gobierno peruano suspendió oficialmente la adquisición, alegando la necesidad de priorizar inversiones en helicópteros de transporte útiles en operaciones contrainsurgentes y emergencias humanitarias. Los vehículos MBT-2000, que habían sido prestados temporalmente para pruebas y exhibiciones, incluyendo su participación en el desfile frente al Presidente, fueron finalmente devueltos a China, cerrando una negociación marcada por tensiones internas y cuestionamientos técnicos.
Durante el mismo periodo en que se promovía el Centauro en Colombia, el consorcio italiano CIO (Iveco–OTO Melara) intentó también posicionar el vehículo en el mercado peruano. Se realizaron diversas presentaciones en el país, incluida una destacada durante la feria SITDEF en Lima. Sin embargo, la recepción fue tibia. Según se comenta en el sector, ante la escasa asistencia de público, los organizadores del evento llegaron incluso a convocar a cadetes de la Escuela Militar para llenar el auditorio durante la presentación del Centauro. A pesar de los esfuerzos promocionales, el consorcio llegó a la conclusión de que el interés del Perú en vehículos blindados sobre ruedas era prácticamente nulo. De acuerdo con varios analistas militares locales, las Fuerzas Armadas peruanas consideraban que este tipo de plataforma no ofrecía ventajas tácticas frente a los tanques Leopard 2 chilenos desplegados en el sur del país. La preferencia seguía claramente orientada hacia vehículos blindados de cadenas, considerados más apropiados para un posible escenario de combate convencional en terreno andino y desértico. Como resultado, el proyecto de introducir el Centauro en Perú fue finalmente abandonado.
Los intentos de adquirir tanques T-90 rusos o vehículos sudafricanos MBOMBE 8 no han prosperado, y la prioridad institucional parece centrarse más en la mejora de la artillería que en la modernización blindada.
En 2024, el país firmó un contrato con Corea del Sur para la adquisición de 30 vehículos 8×8 K808 “White Tiger”, con posibilidad de ampliar hasta 120 unidades. Además, se suscribió un memorándum de entendimiento para la futura compra de unos 100 tanques K2 “Black Panther”, destinados a reemplazar la flota de T-55. Sin embargo, estas iniciativas conviven con la realidad de ausencia de una estrategia industrial nacional sólida.
A pesar del crecimiento de las capacidades navales mediante el astillero estatal SIMA, en el ámbito terrestre el Perú aún carece de una base tecnológica y una línea de producción nacional estable. La política actual de mantener relaciones con pocos proveedores o hasta un único proveedor (Corea del Sur) carece de visión estrategica, lo cual afecta la sostenibilidad y desarrollo futuro de su capacidad blindada.
El Perú pasó de grandes adquisiciones planificadas en las décadas de 1950 y 1970, con sistemas mayoritariamente norteamericanos y soviéticos, a un periodo de estancamiento y compras esporádicas desde los años 80. Actualmente, intenta reactivar una modernización del Ejército mediante la compra de plataformas avanzadas, aunque sin respaldo estatal en términos de estrategia industrial.
Chile: fuerza blindada moderna, pero sin autonomía industrial
Chile posee hasta el momento una de las fuerzas blindadas más modernas de la región:
- Leopard 2A4: Carros de combate principales de origen alemán, mantenidos en condiciones operativas aceptables si lo comparamos con los estándares LEOBEN.
- Marder 1A3: Vehículos de combate de infantería y transporte de tropas de origen alemán, modernizados.
- M113: Vehículos blindados para transporte de tropas de origen USA.
- M109: artillería autopropulsada de origen USA.
- Piraña 6×6
- Arquus Bastion 4×4: Vehículos blindados franceses adquiridos para los Carabineros en 2024.
Sin embargo, el país depende en gran medida de las importaciones y carece de una industria nacional significativa para la producción o mantenimiento de vehículos blindados.
Chile – Leopard 2A4 y Mowag Piraña: Chile ha mantenido una política de adquisiciones discreta pero efectiva. Los Leopard 2A4 son mantenidos en condiciones normales, mientras los Piraña 6×6 ofrecen versatilidad, pero con su ciclo de vida más que cumplido. El país ha comenzado a explorar nuevas adquisiciones…………
Chile es uno de los países más avanzados de la región en términos de vehículos blindados. Su Ejército opera tanques Leopard 2A4 y vehículos Marder alemanes y M113 modernizados en Bélgica. Además, ha adquirido sistemas antiblindaje en el pasado, Chile, consistente con su flota, mantuvo una una estrecha colaboración con Alemania y los Estados Unidos.
Si bien cuenta con una fuerza relativamente moderna, Chile no ha desarrollado una industria propia significativa. La modernización depende de proveedores extranjeros, y aunque se han explorado algunos programas de ensamblaje o mantenimiento local, no se ha alcanzado un nivel básico de autonomía industrial.
La postura chilena es clara: mantener una fuerza tecnológicamente compatible con estándares OTAN, con especial atención a la disuasión frente a potenciales conflictos fronterizos. Pero el desafío sigue siendo la sostenibilidad a largo plazo sin producción nacional.
No tiene una industria nacional significativa para producción o mantenimiento, depende mucho de importaciones y proveedores extranjeros. Había mantenido una política de adquisiciones discreta pero efectiva, con estrecha colaboración con Alemania y EE. UU e incluso Israel en algún momento, pero sin razón aparente, se ha acercado peligrosamente a que países como Turquía que no cuentan con conocimiento real en los sistemas actuales para realizar mejoras, por lo tanto, el estado de Chile estaría pagando por experimentos que aún no están probados en combate. Se han explorado programas de ensamblaje o mantenimiento local sin alcanzar autonomía industrial a la fecha.
Chile busca mantener compatibilidad tecnológica con estándares OTAN y ha comenzado a explorar nuevas adquisiciones posiblemente desde países pertenecientes a la OTAN, pero en paralelo se están generando decisiones fuera de la línea histórica de adquirir sistemas de armas probados y no entrar a experimentar con recursos públicos, experimentos que suelen costar caro a las instituciones y por ello a los contribuyentes.
Argentina: entre el desmantelamiento y el renacimiento industrial
La República Argentina, durante la década del 70, supo disponer de una de las más grandes y mejores Industrias Militares de la Región; la misma estuvo conformada por grandes complejos industriales destinados al diseño, fabricación y/o exportación de productos militares y civiles, tanto para el Ejercito, la Marina y la Fuerza Aérea; como así también para el ámbito civil (construcción de vagones ferroviarios, comunicaciones, etc.). Estos complejos estaban representados entre otros por Fabricaciones Militares (FM) (fabricación del TAM, Cañón 155 mm SOFMA o CITER, Munición, etc.), Talleres Navales Dársena Norte (Tandanor) y Río Tercero (construcción entre otros de las fragatas Meko, Fabrica Militar de Aviones (FMA) (fabricación entre otros de los aviones Pulqui I y II, Pucara, IA 63 Pampa y el Misil Cóndor), el cual se sumaba a las grandes compras de material bélico de 1er nivel llevada a cabo en los EE.UU., Reino Unido de Gran Bretaña, Francia, Italia y Alemania constituyéndose hasta ese momento, si se podría decir una “potencia militar”.
Luego de la llegada de la democracia, la privatización de todo el “Complejo Militar Industrial”, el conflicto bélico de la guerra de Malvinas, y la reducción cada vez mayor del presupuesto asignado a la defensa, las FFAA han llegado a un punto de “critico” de su Capacidad Militar.
En la actualidad la Argentina ha emprendido diversos esfuerzos para modernizar sus fuerzas blindadas y mecanizadas, constituidas:
VTP (Vehículos de Transporte de Personal) M113 (modernizados a la versión A2), de origen americano,
SK 105, tanque de origen austriaco – R C Tan – Br(s) Mec(s)
AMX 13 – Autopropulsado Cal 155mm, origen francés – G A Bl 1 – Br Bl I.
Vehículos de familia TAM:
TAM (Tanque Argentino Mediano) – R Tan – Br(s) Bl(s).
VCTP (Vehículos de Combate Transporte de Personal) – RR Mec (s) – Br(s) Mec(s),
VCTM (Vehículo de Combate Transporte de Mortero 120mm) – RR Mec(s),
VCA PALMARIA (Vehículo de Combate de Artillería Cal. 155mm) – Br(s) Mec(s),
todos estos fueron construidos bajo la dirección de la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM), y la empresa pública Tanque Argentino Mediano Sociedad del Estado (TAMSE), en las instalaciones que la misma poseía en la localidad de Boulogne – Provincia de Buenos Aires. Aunque enfrenta desafíos financieros y estratégicos que han limitado la concreción de estos proyectos.
Entre 2010 y 2011, una delegación del Ejército Argentino visitó cinco países europeos, incluyendo Italia, donde evaluaron el vehículo blindado Freccia, con la finalidad de dotar de estos vehículos blindados a la Brigada Mecanizada X que forma parte de la Fuerza de Despliegue Rápido. Sin embargo, las exigencias técnicas del país superaban las capacidades presupuestarias, descartando la adquisición de vehículos europeos.
En 2023, Argentina firmó una carta de intención con Brasil para adquirir 156 vehículos blindados Guaraní 6×6, fabricados por Iveco. El acuerdo incluía la transferencia de tecnología y la producción parcial en la planta de Iveco en Córdoba. No obstante, preocupaciones sobre la solvencia argentina llevaron al gobierno brasileño a suspender la operación, citando riesgos financieros y falta de garantías de pago.
Actualmente, Argentina continúa con la modernización de 74 tanques TAM a la versión 2C-A2, (iniciada a partir del año 2010 con la empresa israelí Elbit, luego de descartar a las empresas Carl Zeiss y Rheinmetall de Alemania, con entregas previstas para 2024. Además, ha mostrado interés en adquirir hasta 207 vehículos 8×8, como los LAV III y Stryker. Sin embargo, la falta de continuidad en la financiación y en las políticas de defensa ha ralentizado estos programas; como así también la reciente privatización de la empresa IMPSA (responsable del mecanizado y otros cambios de la torre y la batea), vendida a ARC Energy, una empresa del estado de Louisiana especializada en el desarrollo de equipos y soluciones para la industria del petróleo y del gas, genera dudas e incertidumbre sobre la continuidad de los compromisos adquiridos.
La industria nacional, representada por entidades como FAdeA, Fabricaciones Militares y TANDANOR, enfrenta desafíos significativos, incluyendo la falta de una estrategia industrial clara y la dependencia de proveedores extranjeros. A pesar de las intenciones de fortalecer la cooperación regional, e internacional las limitaciones presupuestarias, la falta de cumplimiento del “Plan de Capacidades Militares” en forma dinámica y sostenida; como así también la inestabilidad política continúan afectando la capacidad de Argentina para renovar sus fuerzas blindadas / mecanizadas de manera efectiva.
Uruguay: una flota limitada y anticuada
Uruguay mantiene una fuerza blindada modesta y obsoleta, compuesta por vehículos como los M41A1UR, Ti-67 Tiran, M113A2UR y EE-9 Cascavel. Los M41A1UR, adquiridos en los años 80 y modernizados en Brasil, enfrentan problemas de mantenimiento y escasez de repuestos. Los Ti-67 Tiran, comprados a Israel en 1997, presentan dificultades logísticas debido a su falta de estandarización. Los EE-9 Cascavel, en servicio desde los años 80, han demostrado ser versátiles y fiables, pero también muestran signos de envejecimiento.
En 2024, Uruguay recibió una donación de 13 vehículos blindados Mamba MK7 por parte de Estados Unidos, destinados a misiones de paz, especialmente en la República Democrática del Congo. Estos vehículos cuentan con protección antiminas y equipos de comunicación avanzados, mejorando la capacidad de despliegue rápido del país en operaciones internacionales.
A pesar de estas incorporaciones, Uruguay no ha iniciado programas significativos de modernización de su flota blindada y depende de donaciones o compras de segunda mano. El país ha considerado opciones como el Centauro italiano para renovar su parque de tanques, pero la falta de recursos y de interés político ha impedido avances en este sentido.
La estrategia de defensa de Uruguay se centra en misiones de paz de la ONU, donde es uno de los principales contribuyentes per cápita. Esta postura defensiva y el enfoque en operaciones internacionales han llevado al país a priorizar la adquisición de vehículos adecuados para estos fines, como los Mamba MK7, en lugar de modernizar su flota de combate convencional.
Brasil: líder regional con desafíos industriales y tecnológicos
Brasil posee la fuerza blindada más numerosa y diversificada de América Latina, consolidándose como líder regional en el sector. Su parque incluye vehículos destacados como los carros de combate Leopard 1A5 BR y M60 A3 TTS, además de una extensa flota de vehículos blindados de transporte producidos localmente, principalmente el VBTP-MR Guaraní 6×6, del cual ya se han entregado más de 700 unidades en diversas configuraciones (transporte de tropas, ambulancia, mando, reconocimiento). Este programa Guaraní ha sido clave para desarrollar la industria nacional, con una creciente nacionalización de componentes, aunque Brasil sigue dependiendo de sistemas extranjeros para blindaje, armamento y electrónica.
El Centauro 2: un salto tecnológico para el Ejército Brasileño
Uno de los proyectos más relevantes de los últimos años ha sido la adquisición del vehículo blindado de ruedas 8×8 Centauro 2, fabricado por la empresa italiana Iveco Defence Vehicles. Brasil ha contratado 96 unidades de este moderno vehículo, de las cuales 2 ya están en servicio activo. El Centauro 2 representa un salto cualitativo frente a la flota existente, ofreciendo movilidad estratégica, potencia de fuego mejorada y mayor protección. Este blindado está equipado con un cañón automático de 120 mm y sistemas avanzados de control de tiro y defensa electrónica, posicionando a Brasil a la vanguardia tecnológica regional en vehículos blindados de ruedas.
La colaboración con Italia ha sido fundamental para la incorporación del Centauro 2, lo que además fortalece la industria nacional a través de la transferencia de tecnología y participación en la producción local. No obstante, el país aún enfrenta desafíos para integrar completamente estos sistemas avanzados y para desarrollar una cadena de suministro autónoma.
Desafíos estructurales y perspectivas futuras
A pesar de sus fortalezas, Brasil no está exento de limitaciones. El Guaraní, aunque exitoso, carece de sistemas de protección activa (APS) y blindaje reactivo, dejándolo por detrás de vehículos contemporáneos en Europa del Este y Asia. Los Leopard 1A5, por su parte, están obsoletos frente a tanques modernos de cuarta generación, y aunque se han evaluado opciones como la adquisición de Leopard 2A4 o incluso el desarrollo de un carro de combate nacional, no se han concretado programas ambiciosos debido a restricciones presupuestarias y a la ausencia de amenazas externas inmediatas.
La industria blindada brasileña, que incluye a Iveco Defence Brazil, Agrale e IMBEL, fabrica también vehículos tácticos ligeros y modelos históricos como el tanque ligero EE-9 Cascavel. Sin embargo, enfrenta la dependencia de componentes importados, dificultades para escalar exportaciones y la falta de alianzas industriales profundas que faciliten una inserción competitiva en los mercados globales. La asociación estratégica con Italia ha permitido avances, pero la integración total en cadenas globales de suministro aún es limitada.
Brasil mantiene planes para renovar su fuerza blindada con la adquisición de nuevos carros de combate medianos y vehículos de combate de infantería para el período 2037-2040. Para lograrlo, debe modernizar su base tecnológica, diversificar sus fuentes de componentes y fortalecer su industria de defensa para mantenerse como actor relevante en la región y en el ámbito internacional.
Venezuela: una fuerza blindada en declive y aislada
Venezuela cuenta con una fuerza blindada numerosa, pero en deterioro, compuesta principalmente por tanques T-72B1, vehículos BMP-3 y transportes blindados BTR-80A de origen ruso, además de los vehículos franceses AMX-VCI de los años 50, algunos de los cuales han sido recientemente restaurados. También dispone de vehículos 4×4 chinos como los VN-4.
Las sanciones internacionales, la crisis económica y el aislamiento dificultan severamente el mantenimiento y la modernización de esta flota. La falta de repuestos y capacidades logísticas ha provocado que muchos vehículos estén inoperativos, y la operatividad de los equipos relativamente modernos es incierta.
Venezuela carece de producción nacional significativa y no cuenta con programas locales de desarrollo o modernización. La dependencia de proveedores externos como Rusia y China, junto con el deterioro institucional, limita gravemente sus posibilidades de renovación tecnológica y adaptación a nuevos desafíos.
Conclusiones
La mayoría de los países latinoamericanos enfrenta serias dificultades para modernizar sus flotas blindadas. Las barreras más importantes son la dependencia de proveedores extranjeros, la obsolescencia de los equipos y la falta de estrategias industriales claras. Solo Brasil ha logrado desarrollar una capacidad industrial significativa en este sector, mientras que otros países carecen de planes a largo plazo efectivos.
América Latina presenta un panorama muy heterogéneo: países como Brasil y Chile cuentan con fuerzas relativamente modernas y en proceso de actualización, mientras que México, Uruguay y Venezuela mantienen flotas obsoletas o en declive. La mayoría carece de una industria nacional robusta para la producción y mantenimiento, con alta dependencia tecnológica y limitadas capacidades propias.
Los países con desarrollo local, como Brasil, Colombia y Argentina, enfrentan desafíos relacionados con la continuidad, el financiamiento y la modernización integral. La heterogeneidad tecnológica y la ausencia de una estrategia industrial común dificultan la interoperabilidad, la logística y la sostenibilidad de las fuerzas blindadas.
Factores externos como crisis económicas, sanciones internacionales y falta de inversión en I+D frenan la modernización en casos como Venezuela y Perú. Además, la prioridad en seguridad interna relega la interoperabilidad internacional y las capacidades para conflictos convencionales a un segundo plano.
La región latinoamericana está mal preparada para un conflicto moderno. Mientras las naciones industrializadas avanzan hacia plataformas interoperables y coproducciones multinacionales, América Latina permanece fragmentada y sin visión estratégica unificada. Brasil muestra cierto liderazgo, aunque con limitaciones; otros países, como México, Colombia y Venezuela, enfrentan una brecha tecnológica alarmante.
Sin una inversión sostenida, voluntad política y alianzas internacionales sólidas, el futuro blindado de América Latina será una coraza frágil frente a los desafíos del siglo XXI. En un mundo donde los vehículos blindados evolucionan hacia sistemas cada vez más sofisticados, conectados e interoperables, la región corre el riesgo de quedar relegada no solo tecnológicamente, sino también estratégicamente. La cooperación regional, la planificación a largo plazo y la apertura a alianzas industriales externas serán claves para revertir esta preocupante tendencia.
*Andrea Guidugli / Consultor y Periodista.
Miembro Federación Periodistas de la
ciudad di Madrid. Periodista y Opinionista
acreditado por la Federación Internacional
de la Prensa de Bruselas
Italia
Articulista Invitado