*Mike Pizarro
Miami, EE.UU.- Hace unos meses atrás el Presidente de Colombia manifestó -a través de su cuenta en X- su inconformidad con la forma en que el Primer Ministro Benjamín Netanyahu, realizaba ataques de artillería y bombardeos aéreos sobre campamentos de refugiados palestinos. El mandatario Colombiano no hizo otra cosa más que simplemente expresar su opinión critica, discrepando con un político israelí que a la fecha ha matado más de 46,000 mujeres y niños, mutilado de por vida a otros 100,000 civiles y dado de baja solamente unos 2,000 terroristas. El líder latinoamericano no sancionó a nadie, no realizó acción física alguna ni menos aun causó daños o perjuicios a un solo ciudadano israelí. Nada. Solo abrió la boca…
La respuesta del gobierno israelí fue instantánea, extrema y carente de misericordia.
A pesar de tener pleno conocimiento que Colombia había premiado a Israel durante décadas con millonarios contratos de armamento -que a la fecha suman billones de dólares- aun sabiendo que el país se encuentra en medio de una guerra tenaz y sangrienta en contra de la más violenta y poderosa guerrilla narco-terrorista de América Latina y conocedor del perjuicio y menoscabo que le causaría al pueblo colombiano al dejarlo desprotegido… el gobierno Israelí multó a toda Colombia suspendiendo –de la noche a la mañana– todo el soporte y mantenimiento de las aeronaves de combate de la Fuerza Aérea, canceló la llegada de sistemas de defensa antiaérea y radares de alerta temprana, prohibió la venta de misiles anti-tanque y de artillería autopropulsada de 155mm para la defensa de la frontera norte, perjudicó la capacidad de combate (C4ISR) de todos los helicópteros de ataque de las Fuerzas Armadas y dejó “congelados” todos los programas de asistencia tecnológica, soporte táctico y entregas de conocimientos vitales para la continuidad de las operaciones de seguridad y defensa de la República. Pero esto se pone peor. De acuerdo con lo publicado el 3 de mayo de 2024 por Alicia Méndez, la sub editora del periódico El Tiempo en Bogotá, el peso de la tecnología Israelí en las áreas de inteligencia y armamento llega al 75 % del arsenal colombiano. Dicho en castellano simple y sencillo, para dejar fuera de combate, sin armas, indefensos y de rodillas al 75% de las Fuerzas Armadas de Colombia no fue necesaria una guerra de bombas y misiles… para causar semejante desastre solo bastó un e-mail. Tal cual.
Pero Dios y el universo tienen un cariño muy especial y atípico con Colombia. No importan los descalabros que ocurran en esa maravillosa tierra de selvas mágicas y paisajes celestiales, los ángeles y los arcángeles siempre se las arreglan para darle más que una mano al golpeado pueblo colombiano. Y esta vez… no fue distinto.
Dentro del paquete de palos y castigos impuesto por Israel en contra de las fuerzas militares colombianas se incluyó también la prohibición de venta de partes y piezas para mantener, reparar y fabricar los fusiles israelíes de marca GALIL producidos en Colombia bajo licencia por INDUMIL.
Gran error…
En la infinita arrogancia de creer que los ingenieros militares colombianos eran una tropa de técnicos pobremente entrenados, incapaces de sacar adelante sus programas de armamento sin “supervisión de adultos”, Israel cometió un error fatal.
Mal informado y pobremente asesorado Netanyahu no cayó en cuenta que la industria militar de armamentos de Colombia ya cuenta con toda la tecnología, experiencia de fabricación a gran escala -y en tiempo de guerra– capacidad de realizar pruebas en terreno de todos los fusiles que ellos mismos fabrican, capacidad de diseño, modernización y reparación de todas sus armas de infantería y un bien ganado prestigio a nivel latinoamericano con ventas de sus armas y negociaciones para la adquisición de sus fusiles con más de 15 países. Al enterarse del sorpresivo embargo de partes y piezas críticas, una acción radical que deja sin efecto los contratos internacionales firmados con supremo respeto y seriedad profesional, INDUMIL recibió un balde de agua fría que los hizo abrir los ojos.
Con su injusto paquete de castigos, penas y sanciones, Israel solo encendió la mecha del grito de libertad de la industria militar colombiana. ¿Colombia jamás pensó que se podía quedar con la columna vertebral fracturada si le cerraban la llave en Israel? Muchos lo sabían, pero no escucharon las alarmas de los expertos y no dejaron a los militares en servicio activo diseñar planes de contingencia. ¿La prueba de esta grave aseveración? Pues… ahí lo tiene, no existían planes de contingencia.
Al 1 de enero del 2024 el nivel de dependencia por equipos, partes y piezas, vendedores y proveedores de origen israelí se salió de control y ya ha llegado a un sospechoso, sorprendente e inaceptable 75% de las líneas de aprovisionamiento del Ministerio de Defensa. Bastó un mensaje por WhatsApp desde Tel-Aviv y les apagaron las luces a los militares en toda Colombia… y en pleno combate. ¿Qué clase de socio estratégico es ese por Dios? ¿Colombia ha sido quizás un poco perezosa al no buscar nuevos proveedores desde el 2010? Tal vez, pero eso es ahora historia antigua… Colombia empieza hoy una nueva época de libertad industrial, de independencia tecnológica, de opciones y generación de poder de combate.
El día 3 de mayo del 2024, Ivan Velázquez, Ministro de Defensa de Colombia anuncia la creación de un comité de transición orientado a diversificar la cadena de proveedores para evitar seguir extendiendo la dependencia de Israel. Una de las posibilidades que se encuentran bajo consideración –anuncia el ministro- es el desarrollo de un nuevo fusil de asalto, completamente propio e independiente fabricado en Colombia que termine reemplazando al GALIL.
Los ojos de los jefes de proyectos de todos los ejércitos de la región están sobre INDUMIL. Un nuevo fusil de combate colombiano en calibre ligero 5.56mm fabricado por una industria militar con décadas de combate sin descanso, con empleo constante de sus armas y sus diseños en los más extremos escenarios de combate y en la manos de las mejores Fuerzas Especiales de América Latina (pues poseen una incomparable experiencia en exitosas operaciones de combate) será un fusil que desplazará sin inconvenientes a los actuales proveedores extranjeros de 17,000 fusiles M4 A1 5.56×45mm NATO que son comprados anualmente por más de 13 países latinoamericanos.
Considerando su robusta y prestigiosa red de contactos y clientes, si Colombia toma la decisión de fabricar su propio fusil M4 -asegurándose de tener una amplia variedad de proveedores internacionales- en ese escenario… no existe otra versión de esta historia, no hay otro escenario en donde INDUMIL no se apodere de todos y cada uno de los mercados regionales.